El desarrollo de la atención se produce en el proceso de habituarse a actividades
que requieren un estado psíquico específico; se debe ir aumentando a los
alumnos la frecuencia de dificultad en sus tareas, pero ayudándoles a su vez a
la comprensión y realización, el maestro al mismo tiempo debe ayudar al alumno
a crear y desarrollar la habilidad de repartir la atención entre varios objetos
y actividades. La duración del mantenimiento de la atención se debe prolongar sucesivamente,
pues, así se desarrollará la capacidad de concentración. El acostumbrar al alumno a
estudiar atentamente, el maestro
debe comprometerse a asesorarle en la realización de tareas con dificultades
crecientes. Pasar de problemas cuya solución requiere de poco tiempo, otras que
requieren de más tiempo de una dirección intensiva y constante, a otra menos
insistente, lo que implica ir de tareas fáciles a difíciles
En fin, de tareas fundamentalmente sensoriales, a tareas de grado intelectual.
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